Extraño pero cierto, la soledad se apodera de las calles de París,
durante la noche de un caluroso e insoportable fin de verano. Aunque es lo que
necesita en ese preciso momento, no escuchar a nadie, solo su música, cerrar
los ojos y dejarse llevar, Judith se levanta del césped en el que está tumbada
y desde donde se ve perfectamente la figura de la Torre Eiffel. Se sitúa frente
a ella y siente como, incluso aquella torre tiene poder sobre ella.
Cuando decide emprender camino a su casa, su
viejo y desconchado móvil empieza a vibrar. Pensando en quién sería, resulta
ser una llamada indeseada. Su compañera de piso, Vicky, le manda a comprar unas
pizzas para cenar, pues aun no se ha dignado a preparar nada hasta que su amiga
no llegara.
Viven juntas a causa de los estudios
universitarios, pues si tuviera dinero viviría sola, pero con el sueldo que le
pagan en la cafetería de abajo de su casa no le llega para pagar un alquiler
ella sola, pues sólo tiene ese dinero y el de la beca, que le ayuda a pagarse
sus estudios de periodismo.
-Dos pizzas medianas, por favor.-Ella está en la pizzería que se
encuentra dos calles más allá de su casa, casi en el extrarradio, no uno de los
mejores barrios que alguien podría pisar.
Se sienta en una de las sucias sillas de la pizzería, esperando
que pasaran los veinte minutos que tardaría.
Casi cerraban el restaurante, pero como es una clienta habitual,
la dejan pasar y le hacen el favor de prepararle la cena. Judith sigue
con los auriculares de su iPod puestos, cuando de repente, siente como una figura
se sienta a su lado y pide dos cervezas.
-Toma, esta es para ti.-El hombre que está junto a su silla le
tiende la cerveza.
-Gracias...-No sabe qué decirle, así que coge la jarra y empieza a
beber mientras observa a aquel hombre.
Comprueba que no supera los 25 años al mirar su rostro, pero
su vestimenta dice lo contrario. Él sonré sin mirar a ningún sitio en
particular, y ella ve como sus ojos gris oscuro se cierran dándole un aire
interesante. Va demasiado bien vestido como para ser de aquella zona de París,
una camisa de mangas largas no la lleva cualquier persona que tenga conciencia
de la calor que hace fuera del bar.
En ese momento, su pedido está listo para llevar. Se coloca
bien la bandolera en la que guarda los libros de la universidad, y coge las dos
cajas de las pizzas tras pagarlas.
-Gracias otra vez por la cerveza.-Dice inquieta intentando obtener
su atención.
-No hay de qué. Ya me lo devolverás de algún modo.-Aquel chico sigue
sin levantar la mirada y se pasa la mano por el pelo desaliñado negro dejándola
petrificada.
cuando publicas el siguiente capitulo?
ResponderEliminarLos lunes y los viernes subo una pagina nueva! En mi twitter @Martha_Lora o en @LiaBelliRagazza (este ultimo solo haablo del blog) puedes saber en que momento hay una entrada nueva y un capitulo nuevo. Un beso y gracias por leerlo!!
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