jueves, 14 de marzo de 2013

Cuento de hadas

Cuando eramos pequeños nos gustaba las típicas películas de la Cenicienta, la Bella y la Bestia,
Pinocho... Pero una pregunta que me estaba rondando en la cabeza, ¿realmente eramos conscientes de los que nos querían transmitir? Bailes, vestidos vaporosos, tacones de cristal o inmensos palacios, todas nos sentíamos princesas con unos simples collares de nuestra madre, o los zapatos que les quitábamos del armario que hacían que fuéramos por toda la casa dando trompicones.
        Una mujer que dedique toda su vida a satisfacer las necesidades de los demás, que nunca se queje, que la maltraten, que sus amigos fueran sus mascotas y dedique su amor a ellos. Un cuento muy antiguo pero que si no me equivoco, hoy día sigue ocurriendo casos parecidos, por no decir iguales. Cenicienta pudo escapar y encontrar a su príncipe, pero ya no hay príncipes libres. Las mujeres que sean una Cenicienta deben huir de ese mundo, despertar, salir a la calle y hacerse respetar, siempre tendrán apoyo,  amor que repartir y alguien que aunque no sea un príncipe, a ella la trataría como una princesa, porque se lo merecen.

     Esto es un grito desesperado, no es una historia más, no puede ser jamás esclava de nadie. Ella debe quitarse la venda de los ojos e ir a luchar, hacer todo lo posible para que Bestia acabe. Acabar con Bestia. Las cicatrices que ella tiene se pueden curar, sus lágrimas se acabarán si todo cambia y se convierte en un espantoso recuerdo. No tienes nada que te ate a él. Eres Bella, no solo por fuera. Te lo mereces todo.
No obstante, este cuento no es esto lo que nos quiere decir, pero parece un buen título para denunciar todas las injusticias que se vive día a día más cerca de lo que nos podemos imaginar.

No juzguemos a nadie por su aspecto, todos necesitan llenarse de amor, sentirse queridos. Tienes que abrirte a las personas que se lo merecen y que así se puedan dar cuenta de lo que vales. Sé sincero, nunca sabes lo que la vida te depara y quién está dispuesto a convertirse en tu príncipe o en tu princesa y regalarte una sonrisa cada mañana.

La tua ragazza. La tua scrittrice.

2 comentarios:

  1. buena aportación, si señor =D

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  2. yo smp lo digo, a toda persona buena le llega su príncipe o princesa en algún momento de su vida, todo es cuestión de sperar

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