En otro lugar…
Los días
pasan como si fuesen segundos. Las temperaturas comienzan a bajar, el cielo está
oculto por un manto de nubes grises y espesas. Aún no han caído las primeras
gotas que llevan esperando los parisinos durante toda la semana, pero el
pequeño apartamento a las afueras de la ciudad, transmite la sensación de días
y días de tormentas.
Judith no
sale de su habitación. No puede soportar vivir sola, tras la pérdida de su
amiga, quiere estar con ella y con nadie más.
Vuelve a
sentir cómo vibra su almohada. Otro mensaje en el móvil.
<<Serán
más sms de nuestras compañeras, dándonos el pésame. Qué estúpida costumbre
¿verdad?>>
No sale
ningún sonido de su boca, simplemente piensa, como si Vicky la pudiera escuchar.
Todo está
desordenado, cajas de pizza, envases de comida china, paquetes de ganchitos,
patatas fritas… tirados en el suelo, el sofá lleno de manchas de grasa y la
televisión encendida durante todo el día, transmitiendo una película tras otra.
Solo cogió la fregona para limpiar los restos de sangre que la policía se dejó
tras aparecer en su apartamento, cuando Joseph se entregó afirmando haber
matado a su novia.
A Judith
realmente, cuando estuvo presente en el juicio, no le cuadró que aquel chico
confirmara ser el asesino y que no se acordara de cómo la mató. “En su sangre
hay estupefacientes. ¿Cuándo se drogó?” Aquella pregunta jamás fue contestada.
<<Confirma
ser el asesino, no se acuerda de nada, pero no está en la cárcel porque… el
cuerpo de Vicky desapareció cuando volvimos a casa. No hay cuerpo, no hay
delito. ¿Quién se llevó el cuerpo?>>
Es el
pensamiento que se repite en la mente de Judith todos los días. Preguntas sin
respuestas. Ni siquiera puede darle un adiós como se merece a su amiga.
Lleva mucho
tiempo sin dormir bien, despertándose sobresaltada a causa de las pesadillas en
las que siempre aparece Vicky aporreando su puerta mientras grita desesperada.
Han comenzado las clases de la universidad y tampoco ha ido, ni siquiera ha
abierto la puerta de su casa las ocho veces que han llamado en 6 días. En su
móvil tiene muchas llamadas sin contestar y decenas de mensajes sin abrir.
<<Ahora
mismo necesitaría a una madre que me diera un abrazo. Lamentablemente, nunca la
he tenido y nunca la tendré.>>
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